Armar la de Dios es Cristo
Se aplica a las pendencias en donde todos gritan y ninguno se entiende. Y a las tremolinas y reyertas muy grandes y ruidosas.
Según la mayoría, esta expresión proviene de las controversias que se armaron en el Concilio de Nicea al discutirse la doble naturaleza, humana y divina, de Jesucristo.
Según Sbarbi y su Gran Diccionario de Refranes, se refiere a la perturbación ocurrida en el Calvario cuando los judíos deicidas se convencieron de que el Crucificado era verdaderamente el Hijo de Dios por el temblor de tierra y los fenómenos que acompañaron a su muerte.
Iribarren, José Mª; El porqué de los dichos. Gobierno de Navarra. Departamento de Educación, Cultura, Deporte y Juventud. Novena edición. Octubre 1996, pág. 29 y 30.