Meterse en un laberinto
Significa meterse en una dificultad o enredo. Meterse en un negocio de difícil salida.
Según el Diccionario, el laberinto es "lugar artificiosamente formado de calles, encrucijadas y rodeos, dispuestos con tal artificio que, una vez dentro, sea muy difícil encontrar la salida".
Cuando se cita un laberinto célebre, todos aluden al de Creta, pero, según consigna Clemencín en el Quijote, hubo en la antigüedad cuatro laberintos famosos: el de Egipto, el de Creta, el de Lemnos y el de Etruria. Se dice que Dédalo construyó el de Creta a imitación del de Egipto, por mandato del rey Minos, para encerrar al minotauro. Era dicho laberinto un edificio en que la multitud de calles cruzadas, enredadas y envueltas unas en otras no permitía la salida al que una vez entraba.
Añade Clemencín: "En nuestros jardines es juguete común el remedar con calles de arbustos las vueltas, revueltas, errores y dificultad de salir de los antiguos laberintos".
Iribarren, José Mª; El porqué de los dichos. Gobierno de Navarra. Departamento de Educación, Cultura, Deporte y Juventud. Novena edición. Octubre 1996, pág. 34.