Aparentemente conminatorias

Portada » Muletillas

Escucha - Escucha un momento

vota
1 votos
*****
/
Es, como las anteriores, un verbo en imperativo, pero no sé por qué -seguramente por la sonoridad de sus consonantes, junto con esa u en medio, tan bruja, tan inquietante (y este es un tema nada banal, con el que llevo años trabajando: la semiología de los sonidos consonantes)-, asusta, de primeras, bastante más que un 'oye', un 'mira' o incluso un 'calla'. O sea, que más que aparentemente conminatoria puede ser, por sí sola y entre exclamaciones, directamente conminatoria. De hecho la utilizamos para prevenir al receptor de que vamos a "soltar trapo", para que vaya preparándose a oír "cuatro frescas", o sea, a dar cumplida salida a eso que hemos estado evitando decir durante días, meses ¡o incluso años! La conversación así iniciada puede pasar de caliente a incandescente en el caso de que ese ‘¡Escucha!' se vea interrumpido por un ‘¡No, escucha tú!', del oponente.
Como vemos, nada de fuegos de artificio. Aquí se está jugando uno la piel.
Cuando se utiliza de manera repetitiva, o sea, como muletilla, podemos decir que estamos ante un tipo que se siente muy seguro de sí mismo, y que aparenta sabérselas todas. Es alguien que está perpetuamente con el gatillo preparado, y que de vez en cuando hace uso de él. Da miedo. Denota, indudablemente, autoridad o, aún más dominio, poder sobre los demás. ¿No se dice que la información es poder? Pues éste es (o quiere hacer creer que es) el más enterado de lo que está pasando, por dentro y por fuera, por arriba y por abajo. Y puede que un día te lo cuente, para que te enteres. Es un signo de autoritarismo, en definitiva.

Escucha: te voy a decir por qué tú hoy no vas al cine.

"--Tu lenguaje y tu desvergüenza me tienen asombrado, chaval, de verdad. Y ahora escúchame bien: no quiero verte con ese tal Paulino. Y que tu madre no se entere."
[Juan Marsé. Rabos de lagartija, 2000]

El ‘escucha un momento', al alargar la frase, al hacerla menos contundente (y añadirle esas amorosas ‘emes'), supone un respiro, al tiempo que se tiñe el aviso de una especie de paternalismo, de condescendencia, de deseo de comprensión por la otra parte a la hora de transmitir las cuatro verdades. Podríamos añadirle mentalmente algunos comodines que ayudarían a revelar sus intenciones: "Por favor", "Hombre de Dios", "Cariño mío", "¿Es que no te das cuenta de que..." Por tanto puede ser de uso benevolente y didáctico, en el mejor sentido, cuando alguien necesita ayuda para entrar en razón, pero si se emplea como muletilla, ¡cuidado! ¿Acaso alguien tiene derecho a creer que todos los demás tienen que entrar en (su) razón?

Escucha un momento: ¿estás seguro de que quieres ir al cine?

Participa comparte tus dudas y comentarios